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Carlos Marzo, a la izquierda de la imagen con ropa de trabajo de color azul, con la finca experimental de Cadreita como fondo

«La finca experimental es un punto de encuentro muy enriquecedor, donde compartimos experiencias y conocimiento técnico con el sector»

Carlos Marzo, a la izquierda de la imagen con ropa de trabajo de color azul, con la finca experimental de Cadreita como fondo

Carlos Marzo es responsable del área de Fruticultura en INTIA y de la finca experimental que la sociedad gestiona en Cadreita

Carlos Marzo lleva seis años formando parte de la plantilla de la sociedad pública INTIA. Actualmente es responsable del área de Fruticultura y, además, de la finca experimental de Cadreita. Se ha formado en Explotaciones agropecuarias en el Agroforestal de Villava y Grado en Ingeniería Agrícola en la Universidad de la Rioja.

 

 

Comenzando por lo más reciente, ¿cómo has vivido laboralmente el año 2020? ¿Cómo ha afectado a tu trabajo la pandemia y sus consecuencias? 

Fue un poco de locura. En aquel entonces, estaba destinado en la oficina de Estella asesorando en las cooperativas de Larraga, Mendigorría, Sesma, Murieta y Lerín. Antes de saltar todo por los aires, estaba formando a un compañero -Asier Elcarte Azcune-, que estaba de becario en el área de asesoramiento. En marzo comenzó el confinamiento, pero fuimos catalogados como servicios esenciales y seguimos al pie del cañón dando servicio a los agricultores. Así que, con mucha precaución, seguimos trabajando.

 

En mayo Joaquín Garnica -responsable del área de Asesoramiento- y Luis Orcaray -responsable del área de Experimentación- me citaron en la finca de Sartaguda y me propusieron relevar a Álvaro Benito (que se jubilaba de la empresa) en el área de fruticultura y gestionar como responsable la finca experimental de Cadreita. Con esa propuesta casi me atraganto en ese instante.

 

En junio arranqué en Cadreita y gracias a Sergio Calvillo -capataz de la finca- y al resto de operarios he ido progresando hasta coger el hilo a la finca. Cada día es distinto y lo más sorprendente es que no tiene nada que ver con lo que hasta ahora conocía, que era el asesoramiento.

 

En la finca llevamos el tema del COVID-19 bastante bien, cuando ha habido sustillos por positivos cercanos o síntomas «raros», hasta conocer los resultados de las PCR, nos hemos ido aislando para protegernos los unos a los otros.

 

¿Cómo comenzó tu andadura profesional en INTIA?

En el año 2011 estuve de prácticas de estudiante de la FPII en ITG Agrícola en la finca de Sartaguda. Después hice la carrera y cuando la terminé en el año 2016 no había muchas oportunidades. Hasta entonces trabajaba de camarero en la cafetería Romero entre semana y en la Discoteca Romero el fin de semana. Un día Salomón Sádaba -responsable de la Finca Experimental de Sartaguda- me llamó porque se había convocado una beca para la finca. Me presenté y fui elegido. A partir de ahí, tuve suerte, ya que justo cuando terminé la beca hubo un hueco y entré en el equipo de asesoramiento en la zona de Tierra Estella. Ahí estuve casi 3 años y medio y después pasé a Cadreita.

 

Si tuvieras que explicar a alguien “pagano” en la materia a qué se dedica INTIA de un modo muy sencillo, ¿cómo lo harías?

Es una empresa pública al servicio de los agricultores y ganaderos navarros que se dedica, entre otras cosas, al asesoramiento de los mismos, a proyectos propios, nacionales o europeos, a preservar y promover cultivos y variedades locales (agrícola) y razas animales (ganadería), pero también a temas de gestión económica, riegos e infraestructuras, entre otras muchas cosas.

 

¿Qué tres cualidades destacarías del servicio que ofrece tu empresa en general a la sociedad navarra?

Un servicio cercano y con gran experiencia, una empresa transparente y un servicio «por y para» los agricultores y ganaderos de Navarra.

 

¿Cómo es un día normal en tu trabajo?

Un día en la finca es muy intenso. Empezamos a las 7:30, repartimos las tareas a los operarios y voy con mi compañero Sergio Calvillo a ver las 16 parcelas que tenemos en la finca todos los días. Revisamos el riego y el invernadero, y observamos los ensayos y cultivos de otros compañeros (anomalías, plagas, enfermedades, fallos en el sistema de riego, etc.). Si hemos observado algo llamamos al compañero o compañera y le damos un pequeño informe. Después, solemos dar una vuelta a ver cómo van los trabajos, si hay incidencias, etc.

 

Cuando ya tenemos la situación «bajo control», nos sentamos en la oficina y planificamos las tareas para el resto de la semana. También paso parte de mi tiempo hablando por teléfono con compañeros para organizar ensayos, proyectos o tareas diversas. En la parte de tiempo que me resta para la jornada laboral, la dedico a formarme en fruticultura o a realizar salidas a otras fincas (Sartaguda y Santesteban), ensayos con agricultores o parcelas de agricultores con los técnicos de zona.

 

Como responsable del proyecto, ¿qué supone y qué aporta la finca experimental en Cadreita? ¿Qué significa para sus habitantes estar tan cerca de una instalación con esas características?

Para mí supone un reto y una pasión. La finca aporta a la sociedad y al sector novedades, principalmente, pero también es un centro de encuentro muy enriquecedor, donde nos vemos y compartimos experiencias, conocimiento al sector. Mucha gente quizás no es consciente, ya que no conocen el proyecto, pero los que sí conocen lo que hacemos nos valoran y mucho. Somos referentes en el sector y debemos seguir trabajando duro para estar ahí, que nos valoren y que seamos capaces de aportarles esa experiencia que entre todos los técnicos de INTIA tenemos y ofrecemos a los agricultores y ganaderos.

 

¿Qué valoración hacen en tu entorno sobre el servicio que ofrece INTIA? ¿Crees que son conscientes de que es una sociedad pública/servicio público? ¿Tú mismo la conocías antes de entrar aquí? 

La valoración creo que es positiva. Somos una empresa pública al servicio del sector agropecuario. En el caso de INTIA, creo que cada vez más la gente valora el servicio que ofrecemos, ya que la experiencia que tiene el equipo mezclada con el ímpetu joven que empieza, es un coctel buenísimo para el sector. Antes de entrar en la sociedad, conocía el ITG y sabía que era la parte de asesoramiento y experimentación, lo que entonces se llamaba «diputación», pero lo que no sabía exactamente era qué se entendía por sociedad pública.

 

¿En alguna ocasión te ha tocado escuchar comentarios negativos en torno a las sociedades públicas? ¿Qué aspectos consideras que debemos mejorar para cambiar las percepciones negativas que pueden tenerse sobre las sociedades públicas?

Vivimos en una sociedad, en mi opinión, cada vez más crítica y por desgracia envidiosa, con un afán competitivo enorme. Esto supone que, en vez de sacar las virtudes, se sacan los defectos. Pero, en ese sentido, esto nos ayuda a ser más fuertes y a mejorar. Para ello es fundamental seguir trabajando como un equipo, compartiendo la información con todos los compañeros y estando a "pie de obra" con los agricultores y ganaderos, que a fin de cuentas es a quien nos debemos.