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Javier Armentia es director del Planetario de Pamplona, integrado en la sociedad pública NICDO.

«Desde cada esquina de esta corporación tenemos que actuar con más comunicación, más cercanía y mayor transparencia»

Javier Armentia es director del Planetario de Pamplona, integrado en la sociedad pública NICDO.

Javier Armentia es director del Planetario de Pamplona, integrado en la sociedad pública NICDO. Foto: Planetario.

Javier Armentia (Vitoria-Gasteiz, 1962), astrofísico y divulgador de la ciencia, dirige el Planetario de Pamplona desde su creación, en 1990, como un proyecto educativo y cultural del Gobierno de Navarra. Miembro español del consejo de administración de la International Planetarium Society, ha sido vocal de la junta directiva de la Asociación Española de Comunicación Científica hasta octubre de 2015.

 

Javier es colaborador habitual en prensa, radio y televisión, donde ha participado en numerosos debates sobre asuntos científicos, especialmente en polémica contra teorías pseudocientíficas. Asimismo, ejerce como profesor del Máster en Comunicación Científica, Médica y Ambiental de la Universidad Pompeu Fabra desde 2002. Ha presidido la Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico y dirige la colección ¡Vaya Timo!, editada por Editorial Laetol. Junto al profesor de la Universidad Pública de Navarra Joaquín Sevilla realiza las actividades de “Ciencia en el Bar”, divulgación de la ciencia en entornos no habituales, como bares, canales de youtube, programas de radio, escenarios y calle. Y a su blog de opinión suma desde 2017 uno para visibilizar la diversidad en la ciencia, llamado ciencialgtbiq.es.

 

Eres director del Planetario desde su creación. ¿Cómo asumiste este gran reto?

 

En noviembre de 1990 me contrataron como gerente de la nueva sociedad pública del Gobierno de Navarra Planetario de Pamplona SA. Se había hecho un concurso para buscar director del nuevo proyecto que acometía el gobierno navarro con financiación de la Caja Navarra y se optó por este modelo de sociedad pública. Con un diseño de edificio e instalaciones ya decidido y la inversión aprobada, el reto consistía en lograr que una instalación de cultura científica, la mayor del país en el momento, pudiera convertirse en referente en nuestro país. En esos años, a comienzos de los años 90, se estaban poniendo en marcha varios centros y museos de ciencia y había interés por este tipo de actividades. Fue apasionante tejer, desde el primer momento, una red de colaboraciones con otros planetarios españoles y extranjeros. Ya entonces nuestro equipo lo integraban profesionales con ganas de crear contenidos y de acercar la ciencia a un público amplio, integrando la ciencia dentro de otras ocupaciones culturales.

 

¿Cómo ha cambiado el panorama de la divulgación científica en Navarra desde entonces?

 

Fuimos la primera institución dedicada de forma específica a producir contenidos culturales en nuestra comunidad, tanto para el mundo educativo como para el público en general. En aquellos años –con el desarrollo de las competencias de educación propias y la implantación de la LOGSE- se abrían posibilidades para integrar la Astronomía como contenido transversal en todos los niveles educativos.

 

Posteriormente este acercamiento se fue haciendo más habitual. También en las actividades abiertas al público. En aquellos años nos encontrábamos con pocos espacios para acoger muestras culturales (incluyendo actividades artísticas y “de letras”). Desde el principio colaboramos con entidades que, todavía de forma tímida, comenzaban a introducir la ciencia dentro de su programación. Ahora, por fortuna, los agentes del sistema de ciencia han incorporado dentro de sus dedicaciones una presencia en la sociedad que entonces no existía.

 

¿Qué grandes retos dirías que siguen pendientes en el campo de la comunicación científica en Navarra?

 

Hemos avanzado mucho: cada nueva edición de las semanas de la ciencia, la tecnología y la innovación en Navarra, en el mes de noviembre, muestra que es posible que entidades muy diversas coordinen su programación y se vuelquen en el público; actividades de gran formato, como los ScienceEkaitza o los eventos de Naukas, llenan grandes auditorios; y la ciencia está más presente también en los medios de comunicación.

 

Por otro lado, merece la pena subrayar el papel de los proyectos educativos de fomento de las vocaciones científicas y tecnológicas. Abrir el mundo STEM –siglas en inglés de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas- tanto a las niñas como a los niños, resulta clave. El gran reto para los próximos años consiste en que la sociedad entienda que la ciencia es algo muy nuestro, sin lo cual los planes de desarrollo de Navarra resultan irrealizables. Aquí, la comunicación de la ciencia juega un papel decisivo.

 

¿Crees que desde las sociedades públicas se hace suficiente en este campo?

 

Dado que la realidad necesita mejorarse, no podemos quedarnos contentos sin más. Queda mucho por hacer. No obstante, es importante destacar el empuje realizado desde las sociedades más dedicadas al sector científico, tecnológico e innovador. Esa dinámica debe seguir, con vocación divulgadora, para hacer partícipe a la sociedad de los proyectos e inquietudes en este campo. Hay mucha investigación que aún no es del todo conocida o valorada en áreas estratégicas para el desarrollo de nuestra comunidad foral. En ellas el sector público resulta, además, clave en la promoción de políticas y actuaciones de futuro. Todo ello hay que contarlo, como referentes sociales y verdadera marca de este territorio.

 

A partir de mediados de julio iniciáis la proyección de nuevas películas con motivo del 50 aniversario de la llegada del hombre a la luna, sesiones especiales y dos talleres para niños. ¿Por qué habéis elegido este evento para crear, a su alrededor, estos eventos?

 

Cada aniversario, cada descubrimiento, cada noticia del mundo de la ciencia -en concreto en Astronomía y en el estudio del universo, que es lo más cercano al Pamplonetario-  puede ser contado de forma amena, incorporando muchas voces y acudiendo a una transversalidad que es connatural al desarrollo científico. Por eso nos encanta poder recoger estos hitos y convertirlos en el eje de nuestra actividad.

 

La llegada a la Luna hace medio siglo fue realmente, como decía el astronauta Neil Armstrong, un gran salto para la humanidad. Conviene usar la efeméride para recordar que fue posible gracias a un desarrollo tecnológico del que se han derivado otros avances y retos. Los hallazgos científicos no son como una obra literaria de éxito, que a lo más cabe esperar una continuación o que ponga de moda el estilo o a su autor. En la ciencia cada ladrillo constituye la base para seguir edificando y abriendo nuevas posibilidades. De lo que hace treinta años eran nuevas tecnologías llega hoy la automatización digital, la realidad virtual, el big data o la inteligencia artificial. A su vez, sobre estos avances edificaremos los del futuro, siempre que los consideremos un patrimonio que hay que fomentar y proteger. Porque la ciencia necesita de un especial interés dentro de la cosa pública, de las políticas y las inversiones de nuestra comunidad.

 

Quizá no mucha gente sepa que las actividades de divulgación y educación científica del Planetario de Pamplona cuentan con el impulso de la Fundación Caja Navarra y de Obra Social La Caixa. ¿Consideras que hay suficiente respaldo de entidades privadas a la difusión de la ciencia?

 

Hay algunos casos, nosotros vivimos uno de ellos, donde las entidades privadas y públicas entienden el valor social y potencial disruptor de la ciencia. No es lo habitual, por eso resulta doblemente importante agradecer el apoyo de estas grandes entidades. El sector privado todavía tiene que asumir y enfocar su parte de responsabilidad social, más aún en la ciencia y la tecnología por su carácter transformador.

 

Aún resulta complicado encontrar socios para nuevos proyectos educativos y divulgativos. No porque sean económicamente inviables o excesivamente caros, sino porque falta una cultura de mecenazgo responsable para las actividades de cultura científica.

 

Asimismo, Planetario forma parte de la sociedad pública NICDO. ¿cómo explicas, a quién no las conoce bien, qué es una sociedad pública o cuál es su función?

 

Llevo trabajando para una sociedad pública desde la época en la que se entendía bien qué eran: entes instrumentales que permitían una gestión dinámica ante nuevos nichos de actividad o de mercado en los que la administración no podía, de forma sencilla, aportar una estructura orgánica. Cuando nació el Planetario se crearon otras sociedades para gestionar, por ejemplo, el pabellón de la Expo de Sevilla, desde el departamento de Educación y Cultura. Se entendía como un mecanismo eficiente que permitía contar con un capital humano altamente cualificado y con posibilidad de inversión y financiación no dependiente solo de los presupuestos públicos.

 

Nuestro entorno ha cambiado, pero las sociedades públicas siguen aportando en esencia esa filosofía de trabajo. El caso de NICDO es un buen ejemplo, integrada por áreas de actividad muy diversas pero todas ellas dentro del mundo de la cultura, el ocio o el deporte. Un mundo donde el empuje público resulta muy necesario, aunque no debe ser ni el único ni el principal. También resulta prioritario ser accesibles a la sociedad y sensibles a las necesidades y las nuevas propuestas.

 

Desde tu experiencia, y tu contacto fluido con los medios de comunicación, ¿crees que la población general entiende bien por qué motivo la misión/actividad de Planetario debe encuadrarse en una sociedad pública?

 

Creo que en este país todos entendemos que hay actividades, las de la cultura y la ciencia entre ellas, naturalmente ubicadas en el sector público. Al mismo tiempo, escasean experiencias desde otros sectores. En el caso del Planetario, con un coste mínimo para las arcas públicas, se consigue un nivel de actividad y presencia social alto. Esto, sin embargo, no lo hemos comunicado de forma habitual. Nos hemos centrado en la actividad y en los proyectos, no tanto en cómo se hacen posibles. Así, el público no sabe, por ejemplo, que en el momento de la crisis el Planetario perdió más del 90% de su financiación con cargo a los Presupuestos Generales de Navarra y que esta situación no se ha revertido (a pesar de lo cual en este último quinquenio el centro ha incrementado sus actividades y mantenido los grandes programas educativos y culturales). 

 

¿Qué tres grandes aportaciones dirías que ofrece Planetario, a través de su actividad, a la sociedad navarra?

 

La primera es que somos un centro abierto a la cultura y la innovación, donde la ciencia y la tecnología forman parte del menú habitual. La sociedad navarra sabe que aquí establecemos ese puente entre la investigación, la enseñanza y el gran público, de forma crítica y abierta. La segunda aportación es que buscamos cambiar a todos aquellos que se acercan a visitarnos y que, además de pasarlo bien, la gente se emocione. Los proyectos educativos que hemos desarrollado han permitido que más de una generación de navarras y navarros haya mirado, al menos una vez, al cielo. Estamos convencidos de que eso te cambia, para bien. Y en tercer lugar diría que aportamos una oferta de ocio inteligente. Un lugar donde toda la familia puede encontrar contenidos interesantes de la mano de profesionales de la ciencia y la divulgación.

 

En tu propio entorno, ¿cómo se valora la actividad de las sociedades públicas? ¿En alguna ocasión te ha tocado escuchar comentarios negativos en torno a ellas?

 

¿Quién no ha oído comentarios negativos alguna vez? Vivimos en un país en donde se ha promovido una ideología que pone en cuestión todo lo público por el hecho de serlo. Frente a esta agenda interesada -impuesta por algunos poderes y sectores sociales- ha habido demasiado silencio. La gestión pública, por el contrario, se demuestra no solo más rentable en muchos sectores, sino que además es la que permite avanzar en ámbitos donde la iniciativa privada no puede o no desea internarse. Frente a esos comentarios e insinuaciones hay que hablar más, y demostrar que somos una apuesta razonable en una sociedad avanzada. Más aún, que parte de ese avance es posible por nuestra existencia.

 

¿Qué crees que se puede hacer, desde el ámbito de la comunicación/divulgación, para mejorar la reputación corporativa de las sociedades públicas?

 

Tenemos, y se nos supone, vocación de servicio, pero hay que contarlo más. No como una campaña publicitaria, ni porque tengamos ningún complejo, sino porque explicar las razones y los modos de hacer las cosas, las necesidades y los proyectos, también constituye parte de nuestro trabajo.

 

En este sentido, el avance en transparencia y comunicación resultan fundamentales. También es importante que desde la propia Administración se hable más de la importancia estratégica de las sociedades públicas. Tampoco quiero vender consejos que para mí no tengo. Desde cada esquina de esta corporación tenemos que actuar como agentes de esta filosofía: más comunicación, más cercanía, mayor transparencia.

 

Por último, de cara al próximo año, ¿podrías contarnos uno o dos proyectos estrella de Planetario en los que convenga que estemos atentos?

 

Destacaría al menos tres: un nuevo sistema de proyección que hemos puesto en marcha para el 25 aniversario y que nos está permitiendo incorporar más calidad a los contenidos y hacerlos más cercanos e inmediatos; las sesiones “planetec” y proyectos como “Pirineos la Nuit”; y la continuidad de “Planeta STEM”, que nos están llevando a competiciones escolares y universitarias internacionales y a colaborar con instituciones y empresas que apuestan por la tecnología y la innovación científica, en